Hay una
alta posibilidad de que esta afirmación te suene chocante o incluso un poco
loca, pero aquí va: No haciendo nada,
estás haciendo lo mejor que puedes hacer por ti en este momento.
WOW!
Cómo suena eso! Pero si no se puede estar sin hacer nada! Pero si tengo muchas
cosas que hacer! Pero si no tengo tiempo!
En
cuanto leas este post, quizás dejes atrás las excusas y te animes a no hacer nada e
incluso es posible que te animes a practicarlo a diario.
¿Recuerdas
aquellos tiempos en los que, de adolescente o niño, te tirabas en la cama, sofá
o suelo y no hacías nada excepto mirar a la ventana, techo o dejar tu mente
volar? ¡Qué
ejercicio más sencillo y saludable! ¡Cómo se detenía el tiempo sin importarnos en
absoluto la hora, los deberes, los ruidos ajenos ni nada excepto ese momento! ¿Lo recuerdas? ¡Qué bueno! ¿Cómo hemos podido dejar de hacerlo?
A medida que vamos dejando atrás a nuestro
niño, estamos dejando atrás también esos pequeños placeres de la vida tan
saludables, sencillos y beneficiosos porque nos
preocupa demasiado “el tiempo” y “estar ocupados”.
Te
invito a recuperar este tesoro de nuestra infancia. ¿Sabes lo que ganarías
haciéndolo?
- Te
ahorrarías las clases de meditación
-
Aumentarías tu creatividad y concentración
- Tus
defensas aumentarían
- Conectarías con tu niño interior
- Te relajarías!
Quizás
la primera vez que pruebes a retomar este ejercicio, te resulte extraño, te
sientas un poco incómodo/a o se te vaya la cabeza a las tropecientas cosas que
tienes que hacer en el día o las que te han pasado anteriormente. Cuando esto te suceda, ignora esos
pensamientos y centra tu atención en algún lugar: un objeto, la ventana , al cuadro que tengas en frente… lo que quieras! Examínalo, míralo bien,
con detenimiento, centímetro a centímetro, descubre lo que antes no habías visto y déjate
llevar, permitiendo que tu cuerpo se relaje haciéndolo.
Puedes
hacer aún más especial y saludable este momento añadiendo música y limitándote a escucharla y
disfrutarla. ¿Para qué? Aparte del
conocido dicho popular de que “la música amansa a las fieras”, esta nos aporta
múltiples beneficios como: potenciar el sistema inmune, aportar propiedades
anti-inflamatorias a nuestro organismo , relajarnos, disminuir el estrés…
Os dejo
un par de artículos que he seleccionado (hay muchos más en la red) donde
podréis leer en más detalle los beneficios de la música sobre nuestro organismo:
Espero
haberos animado con estas líneas a rescatar al niño que lleváis dentro y que os
regaléis el lujo de probar a no hacer nada y disfrutéis plenamente de ello. Merecerá
la pena.
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